Memorias de Marruecos, Mezclar los Colores
Un lunes como los demás
«Era un lunes como los demás. Aparcaron en el lugar de siempre. Iban María Rosa y Regis. Llegan los chicos del bosque, abren el maletero y, al momento, se planta detrás de ellos una furgoneta del ejército. Desbandada general.
María Rosa se acerca al oficial e intenta explicarle que se trata de distribuir alimentos: aquellos chicos necesitan comer.
Regis se acerca para reforzar el argumento, sin caer en la cuenta de que él, residente regular en Marruecos, con trabajo en Marruecos, con familia en Marruecos, es manifiestamente negro; así que, sin que pueda decir esta boca es mía, se le ordena que entre inmediatamente en el coche. Entonces uno de los chicos, no sé si más valiente, si más hambriento, se arrodilló, levantó los brazos (es lo que hacen siempre y por instinto para que resulte evidente que no ofrecen resistencia), y con una mano a medio camino entre el cielo y la boca, intentaba indicar al soldado que tenían hambre.
Se les autorizó, mejor, se les apremió, se les puso tanta prisa para coger aquella comida que en el coche quedaron las mantas y cuarenta hogazas de pan».
La desventaja
«Hoy me lo contaba Regis mientras subíamos a Beliones. Y los dos decidimos elevar un informe al buen Dios porque, en eso de distribuir los colores de la piel, a los negros los ha dejado en desventaja manifiesta. Hay que volver a mezclar los colores».
Mons. SANTIAGO AGRELO MARTÍNEZ, OFM
Arzobispo Emérito de Tánger de la Iglesia Católica.