Veneración de la Santa Cuna de Jesús
La Santa Cuna aunque muchos puedan pensar que se encuentra en Belén, en realidad se encuentra en Roma (en la Basílica de Santa María la Mayor).
De la cuna de Jesús se encuentra el testimonio en el versículo siete del capítulo segundo del evangelio de Lucas, en un pasaje que encierra el sentido de la Navidad: «María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue».
La imagen de una madre cariñosa que deja el cuerpo frágil de su hijo recién nacido dentro de una cuna en un pesebre, toca el corazón de cualquier persona. Con esta imagen se emocionó de forma particular el Papa Sixto III, el cuál en el año 432 decidió realizar dentro de la basílica de Santa María la Mayor una «gruta de la Natividad» parecida a la de Belén. La basílica tomó entonces el nombre de «Santa María ad praesepem», que en latín significa precisamente pesebre.
Fue el primer pesebre de la historia, objeto de devoción popular que empujó a fieles que volvieron de peregrinación en Tierra Santa, a llevar como regalo los que se consideran los preciosos fragmentos de madera de la célebre cuna que acogió al niño Jesús, todavía hoy custodiados en un relicario con el nombre de Sagrada Cuna (cunabulum).
Traslado de la Santa Cuna de Jerusalén a Roma
Otros opinan que las maderas de la Santa Cuna fueran enviadas por San Sofronio de Jerusalén, al Papa Teodoro I (642-649), de origen oriental, por temor a ser destruidas por la invasión musulmana.
La idea de colocar estas reliquias de madera en un tabernáculo fue de Gregorio XI (1370-78), más de un siglo después de la difusión de la costumbre lanzada por Francisco de Asís de realizar el pesebre. El relicario de Gregorio XI fue destruido en el siglo XVIII, durante los trabajos de restructuración en la que se llevó a cabo la fachada principal de la basílica. Se realizó uno nuevo, que duró pocos decenios, hasta el robo de las tropas napoleónicas durante la ocupación de la ciudad en el bienio 1798-99.
El Relicario que custodia la Santa Cuna
Se realizó otro, gracias a la donación de la duquesa María Emanuela Pignatelli, embajadora de Portugal. El relicario, que todavía hoy conserva los cinco listones de madera, fue realizado por Giuseppe Valadier. Un trabajo muy preciso: sobre una plataforma de madera pintada a mano, hay una base rectangular de plata con cuatro bajorrelieves. En el lado delantero está representado el pesebre, en el posterior la última cena, en los lados la fuga a Egipto y la adoración de los Magos.
Sobre esta elegante base se apoya el relicario de cristal en la forma de una cuna, sostenido por cuatro querubines de oro. Por último, la representación de un suelo de paja sobre el que se apoya el Niño bendiciendo de tamaño casi natural ocupa toda la obra.
Desde el pasado 24 de diciembre y hasta el 6 de enero, se podrá venerar extraordinariamente la Santa Cuna en la capilla de Belén, de la Basílica de Santa María La Mayor en Roma.