La radicalidad evangélica y la sociedad cristiana actual
1. El seguimiento de Cristo Jesús implicó la realidad martirial. El Señor Jesús clavado en la cruz era una referencia clara y no negociable. El destino martirial del “Colegio Apidtólico” una realidad irrefutable.
2. Leer la “Exhortación al martirio” de Orígenes y su propio destino bajo Decio, es la confirmación clara y explícita de todo ello en el siglo III.
3. Desde el año 311 con Lucinio y 313 con Constantino la situación cambia hasta la pretensión de Teodisio de cristianizar el Imperio. Pero, en este inicial y duradero contraste entre martirio y cristiandad está la agitada vida de la Iglesia cristiana.
4. Discipulos de Orígenes como Gregorio Taumaturgo, Basilio el Grande, Gregorio Nacianceno, Gregorio de Nisa, Antonio el Grande, Pacomio, Evagrio el Pontico, Pseudo Macario Magno, Diadoco de Fotica, Juan del Sinaí, Ambrosio, Agustín, propusieron el monaquimo como respuesta ‘martirial’ a la pérdida en el cristianismo de la radicalidad evangéluca.
5. Grandes enemigos de Orígenes como los antiorigenistas bizantinos, Jerónimo y el emperador Justiniano, quisieron dar visibilidad al reinado de Jesús crucificado asimilándolo con el Imperio cristiano y confundiendo los dos polos que Agustín delimitó tan bien en su “De civitate Dei”.
6. Hoy la Iglesia católica va dando vueltas al mismo problema. Sin aclararse demasiado, en sus ‘bases’ y en sus obispos. Politizar el cristianusmo, por la derecha y por la izquierda, lleva al fracaso de su misma esencia, como advirtió Ludwig Andreas Feuerbach en 1841 y el clarevidente Pío XI con su Acción Católica en el siglo XX.
7. Vender la salvación (justifixación, santidad) a la mabera pelagiana produciendo un dislate entre vida individual y comunidad cristiana es el trágico resultado de muchos ‘inventos’ católicos de siglo XX y XXI y algunos anteriores.
8. La conclusión de todo esto es muy trágica: está desapareciendo la vida cristiano/católica no porque se vacían las iglesias, sino porque están vacíos los monasterios.
No hay cristianismo porque no hay radicalidad evangélica: no hay ni mártires, ni monjes.
Mons. Jaume GONZÁLEZ-AGÀPITO
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