Defensa de los cristianos de Damasco por los musulmanes
El emir argelino y el místico islámico Abdelkader jugaron un papel crucial en la protección de los cristianos durante la masacre de Damasco en 1860 en Siria. Ofreció refugio a miles de cristianos, desafiando la violencia sectaria de la época.
Héroe de la lucha anticolonial contra Francia, fue finalmente derrotado y exiliado en Damasco. Fue durante este período que el conflicto entre los maronitas y los drusos se extendió desde el Monte Líbano hasta Damasco.
Ante la conspiración Druso-Damascena para exterminar cristianos, Abdelkader salvó la vida de muchos a los que se refugió en su palacio. Tal hazaña fue elogiada públicamente por el Papa Pío IX e incluso por su mayor enemigo, el emperador Napoleón III de Francia.
Hay un hecho interesante que conecta a este gran líder musulmán con Brasil. Durante el viaje de Pedro II a Tierra Santa en 1876, el emperador de Brasil ascendió al Líbano y luego pasó por Damasco, donde conoció a Abdelkader. Intercambiaron opiniones sobre la tolerancia religiosa y la cooperación entre las naciones, reconociendo los esfuerzos de Abdelkader para proteger a los cristianos. Esta reunión fue un hito en la historia diplomática y cultural entre Brasil y el Este. Durante el rehén, sucedió algo inusual. Revelando las costumbres del Levante, Pedro II hizo el punto de grabar en el Diario de Viaje que bebió el excelente té, pero rechazó la invitación a relajarse en compañía del harén lleno de hermosas mujeres. Según las palabras del emperador: «Abdelkader me mostró parte de su casa, ofreciéndome hasta llevarme al harén, lo que respetuosamente no acepté… ”
Dom Pedro II estaba tan encantado por el Este que esta relación impactó a Brasil de una manera significativa. Recordando que fue el padre Pedro II quien alentó la inmigración sirio-libanesa a Brasil. Debido a esto, hoy en día hay más libaneses y sus descendientes viviendo en Brasil que en el propio Líbano. Las influencias de esta simbiosis pueden incluso pasar desapercibidas en la vida cotidiana, como el cavaquinho brasileño, que es descendiente de un instrumento de cuerda árabe, o que la costumbre de vender crédito fue introducida aquí por mascotas sirio-libanesas.
Fuente: Página Orientalidades.