La devoción a las Ánimas del Purgatorio en Asturias
En plena ruta de peregrinaciones a Covadonga por la célebre Travesía Andariega Xixón-Cuadonga / Gijón-Covadonga promocionada desde 1991 por la Tertulia Cultura El Garrapiellu, se encuentra el pueblo de Grases, cabeza de la parroquia del mismo nombre, unos cinco kilómetros al sur de La Villa, como se conoce popularmente a la capital del concejo. Grases está en un altozano sobre el río Valdediós, con excelentes vistas de su valle, el que forma con su cuenta hidrográfica el gran valle central villaviciosino, siendo uno de los ríos que, uniéndose, formarán La Ría, la ría de Villaviciosa.
En el Camín de Covadonga a su paso por el pueblo de Grases, y además a muy escasos metros del Camino de Santiago en su ramal gijonés (se ha separado del camino ovetense un poco más al norte, en Casquita) hay al menos tres elementos muy importantes del patrimonio caminero: El Molín de La Mota o Molín de Llacones, El Molín de la Iglesia o Molín de Vicenta, la iglesia parroquial de San Vicente (barroca con elementos medievales y la célebre estela de los astures luggoni arganticaeni) vinculada sin duda con el castro de El Castiellu Camoca, situado enfrente) y La Capilla les Ánimes, oratorio de ánimas situado en la misma carretera local que atraviesa Grases (VV-10), que es del que vamos a ocuparnos ahora, un pequeño santuario dedicado a las ofrendas para les Ánimes del Purgatoriu, las almas de los difuntos que no están aún en el Cielo porque tienen que pasar primero por los rigores de purificación de los pecados cometidos en vida
Las capillas u oratorios de ánimas son pequeños altares de los caminos, que aunque de distintas formas y fábrica suelen tener características muy comunes, estaban hechas unas de mampostería y otras de madera (de las que prácticamente ya no quedan), podían estar cubiertas y rematadas con carga de argamasa o cemento para dejarlas con sus paredes lisas
Este de Grases es de planta cuadrada con un tejado a cuatro aguas y tiene en medio un pequeño nicho a manera de hornacina en el que se ve un cepillo para limosnas. Está cerrado todo ello por una reja de hierro que tiene puesta la fecha de construcción, 1891, así como las iniciales R M que vendrían a ser las de su benefactor. El oratorio está en muy buenas condiciones y, por las flores y velas encendidas que suele haber en él, se advierte el uso y devoción del que es objeto en nuestros días.
En la pared de adentro hay pintado un Pantocrátor con la imagen de la Virgen del Carmen con el Niño a la derecha, así como un Cristo crucificado en medio y a la izquierda el Sagrado Corazón. Debajo de estas imágenes unas figuras humanas se debaten entre las llamas del fuego del Purgatorio. Vemos entre las llamas un clérigo, hombres y mujeres, llamando la atención su mirada imperturbable, así como también un obispo, simbolizando la igualdad de todos ante lo divino. La escena muestra la redención de las almas de los pecadores, que es lo que se venera en estas advocaciones.
Siempre se erigían estas capillas en lugares significativos, en los accesos a pueblos, cruces de caminos o cercanías a santuarios, como es este el caso. En ellas se reza por las ánimas y se echan monedas en el cepillo de las limosnas, siempre dentro de un nicho protegido por una reja de hierro o una ventana de cristal. En el interior se representan pintadas escenas de las almas de los condenados al fuego del Purgatorio deseosos de salir del tormento.
Preside estas escenas un Cristo, una imagen de la Trinidad, de la Virgen María o de San Antonio. La imaginería popular dibujaba caras de hombres y mujeres, así como de obispos y sacerdotes para simbolizar la igualdad de todos ante la Justicia Divina y a los que el pueblo tenía por grandes pecadores, buscándole ironía al asunto incluso la gente creía ver el rostro de algún vecino o vecina o de determinado párroco conocido, lo que dio lugar a muchas anécdotas y leyendas para criticar un poco a personas y estamentos de la que se «explicaba» la historia de quién y porqué se pensaba que estaba allí retratado.
La creencia en el Purgatorio no está aceptada por todas las iglesias cristianas, es más, en el cristianismo más primitivo no parece existir de forma patente esta noción, un lugar en el que las almas de los pecadores que no han cometido pecados mortales se purifican padeciendo las penas del infierno pero no eternamente, solo el tiempo necesario para conseguir la gracia y entrar en el Reino de los Cielos. Existen conceptos parecidos en otras religiones y creencias, aunque no en absoluto iguales iguales: el barzaj en el Islam y Hamistagan del zoroastrismo.
En el Cristianismo son la Iglesia Católica y la Copta las que lo asumen entre sus preceptos más importantes, los primeros basándose en el Antiguo y Nuevo Testamento, entre otros documentos, y los segundos en los capítulos 6 a 36 del Libro de Enoc. La Iglesia Ortodoxa no cree en el Purgatorio pero sí en la existencia de un lugar en el que las almas, sin estar en el Cielo ni en el Infierno, esperan el Juicio Final, razón por la cual sí se ofrecen rezos por los difuntos y a favor de la misericordia divina. Por otro lado, la mayor parte de las iglesias protestantes lo rechazan, la misma Reforma de Lutero nació contra el cobro y comercio de bulas e indulgencias con la idea de comprar la salvación de las almas después de la muerte y acusa al Purgatorio de ser una invención para engañar a los creyentes, cobrando entonces especial importancia el concepto de la Predestinación, tan defendido por Calvino, por el que desde la Creación Dios habría decidido quién se salvaría y quién no, por eso cuando nacemos estaríamos predestinados.
Es entonces cuando la Contrarreforma católica revitalizaría precisamente este y otros conceptos contrarios a los protestantes, extendiéndose el culto y veneración a la misericordia divina por las almas de los que no descansaban en paz, con estas capillas y con otras oraciones y ofrendas como las rondas de ánimas que pedían responsos y donativos en favor de quienes padecían el castigo del Purgatorio, con luces y campanillas, por los caminos, de casa en casa…
«Ánimas del Purgatorio
son las que están a tu puerta
si nos dais una limosna
tendreis la Gloria muy cierta,
¡Ay, ay, ay! que aquí me abraso
¡ay, ay, ay! que aquí me quemo
ten piedad de nuestras almas
que están pasando tormentos»
Hubo teólogos que plantearon, como otros religiosos y místicos, que las penas del Purgatorio se pasaban en la tierra vagando como alma en pena que los mortales no podrían ver a no ser en determinadas circunstancias, lo que explicaría entonces la creencia en fantasmas y otras presencias paranormales que tampoco fueron siempre muy bien aceptadas por las iglesias. En este caso cobra especial interés las apariciones de la güestia, güeste o Santa Compaña, procesiones fantasmagóricas relacionadas siempre con el temor a los difuntos y a las causas que no les permiten descansar en paz. Por ello, su «presencia» hacía que las rogativas, limosnas y donaciones aumentasen, por lo que no dejaban de tener una función extraordinariamente similar a la de los oratorios y las rondas de ánimas.
También hay quien ve en estos oratorios restos de religiones muy antiguas, precristianas incluso. Muchos están levantados en cruces de caminos y es allí donde se aparece la güestia, ya que la cruz en realidad además de ser el símbolo cristiano del martirio y muerte de Cristo, representa como elemento sagrado en otras culturas, el lugar de tránsito entre este mundo y «el otro», el de los difuntos o «más allá» o «puerta a otra dimensión» y de ahí la aparición de las ánimas en pena en estos lugares y la edificación de estas capillas.
Desde aquí se contempla una excelente vista del valle hacia el oeste, llegando a verse perfectamente el Sueve en días claros. Quienes vayan a Covadonga verán la preciosa quinta de La Mota con su molino prados abajo y, a corta distancia, las ruinas de La Fábrica, la antigua fábrica de papel La Esperanza, que antes aún fue una mantequera, pionera de las industrias lácteas de Villaviciosa. Tanto los peregrinos a Covadonga como los de Santiago pasan, recalcamos al lado de este nutrido conjunto de muy interesantes enclaves de nuestro acervo cultural, espiritual, paisajístico y etnográfico.
XURDE MORÁN, Comunicador
Gestor Cultural especialista en la Espiritualidad del Camino de Santiago