Cristianismo o Cristiandad
La primera vez que fui a Tierra Santa fue una experiencia inolvidable. Un viaje rápido, de apenas cuatro días para preparar una peregrinación. Íbamos dos sacerdotes católicos. En el pequeño autobús que nos llevaba a Nazaret, conocí a una “presbítera” (no sé si es correcto decirlo así) anglicana. Al menos ella se identificó como tal. La acompañaba su marido. Al llegar al santuario de la Anunciación, antes de entrar se me ocurrió indicarles que sería bonito rezar juntos el ángelus ante la “casa de María”. Mi sorpresa fue grande cuando me dijo que no sabía de qué le hablaba. Nunca había rezado el ángelus ni tenía noción de su existencia. Le expliqué en qué consistía y ella aceptó. Como no sabíamos mucho inglés, propusimos hacerlo en latín. Ningún problema. Al llegar al VERBUM CARO FACTUM EST los cuatro nos pusimos a llorar como niños, presa de una gran emoción. Estábamos diciendo esas palabras ante el lugar que la tradición señala como aquel en que María aceptó la misión de ser la Madre del Señor.
El Horizonte de la Cristiandad
Hasta el siglo XX, aún en situación de división visible de la única Iglesia de Jesucristo, era posible hablar de cristiandad al identificar grandes zonas geográficas como netamente cristianas. Se hacía extensible esta nomenclatura a los llamados países de misión. Aún el Cisma de Oriente o los Cismas llamados Protestantes (con sus diversas denominaciones y peculiaridades) estaban en ámbitos que aún podían definirse como de cristiandad: lo vertebraba todo el credo Nicenoconstantinopolitano (al que todos respondían como propio), la Sagrada Escritura, la centralidad del misterio Trinitario, la fe en Jesús como el Cristo-Hijo de Dios… estilos arquitectónicos, manifestaciones culturales, música, literatura, arquitectura… Si uno va al museo del Prado o a cualquiera de los grandes museos europeos, especialmente de pintura y escultura, observará que hasta el siglo XIX son más que habituales las referencias cristianas en el arte. Pero a partir del siglo XIX empieza un proceso que hoy llamamos de secularización acelerado por las ideologías de índole marxista, ciertamente, pero no sólo. De algún modo, se ha operado un neo-gnosticismo que se muestra en el intento de mimetismo, disfrazado de inculturación, de los contenidos de la fe y moral cristiana con los postulados de los agnosticismos más diversos que incluso se disfrazan de espiritualidad. De hecho los llamados “países cristianos” están apostatando y no tienen ningún interés en transmitir la fe de ningún modo.
Es curioso, por ejemplo, que hemos cedido terreno en la iniciativa cultural. Por ejemplo, en cada parroquia rural católica de España existió una cosa llamada el “teleclub”, lugar de ocio, esparcimiento y punto de encuentro social de los jóvenes y las familias. Verdadero espacio de socialización. Llegó un momento en que el liderazgo sobre el ocio, la cultura y las relaciones interpersonales se cedieron a otros estamentos: Estado, empresa, clubes alternativos, lobbys… Antes se celebraba el día de San José de Calasanz o de San Juan Bosco como patronos de los maestros… ahora ya ni se les mencionan. ¿Alguien sabe que el 15 de Noviembre se celebra el patrón de los estudiosos de Ciencias Naturales y cuál es su nombre? San Pablo VI propuso el 1 de enero como Jornada Mundial de la Paz… ahora los calendarios la colocan, secularizadamente, en otras fechas y sin ninguna referencia cristiana. A las fiestas cristianas se las va sustituyendo por días y jornadas alternativos: de la flor, de los guisantes, del medio ambiente, vacaciones de invierno…
Secularización de la Sociedad
Frente a la perdida del subsuelo cultural por la creciente secularización, es decir, por el abandono de la cristiandad y la dejadez de quienes debían promoverla, no se observa reacción. Bueno, hay ciertas tendencias involucionistas debidas a la frustración de que muchas cosas que parecían inmediatamente realizables ahora parecen de nuevo inalcanzables. Así, se postula un ir a las trincheras de una situación de cristiandad que ya no existe. Y da igual la confesión cristiana en la que nos encontremos.
Los nostálgicos de la situación de la Cristiandad confunden la misión evangelizadora con el inmovilismo o un cierto fundamentalismo. Frente a estos están las personas que desean introducir el relativismo y el secularismo en la dinámica de la fe, para adaptarla a los paradigmas ideológicos imperantes. Pareciera que éstos últimos tienen razón, porque es la actitud aparentemente adecuada al mundo. Pero la verdad es que ni lo uno ni lo otro.
La situación no es nueva. Le preguntaron una vez a santo Tomás de Aquino que cómo se predicaba el Evangelio. El contestó que hay dos momentos. El momento de la predicación apostólica, la de los orígenes, y el momento eclesial, el nuestro. Pero para que la Iglesia pueda realizar su misión de ser transmisora de la fe, memoria de Jesucristo y anticipadora del Reino de Dios, sólo tiene un camino… y no hay otro. El seguimiento de Jesucristo. El Señor se lo decía todos: “ven y sígueme”. No se trata de discutir si ser católico u ortodoxo o anglicano o luterano o… se trata de empezar por ser cristianos.
El Bautismo nos configura como hijos de Dios: en el nombre del padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Somo cristianos por estar revestidos de Cristo. En la medida en que exploremos la riqueza del Bautismo encontraremos la manera de sentarnos a la mesa de la Eucaristía. La clave no será el rito que se practica sino la fe que se vive y celebra. La vida cristiana es una respuesta personal provocada por el encuentro con Jesucristo, en quien se cree como Hijo de Dios que es y como salvador y redentor del género humano. La salvación consiste en la comunión con Dios, la Vida Eterna. La vida cristiana es animada por el Espíritu Santo y, según la fe común, el primer fruto de la acción Trinitaria es la Iglesia, la comunidad de los bautizados que reconocen, aman y adoran al Padre en espíritu y en verdad. ¿Es una utopía? Yo creo que es un horizonte.
Crisis actual de la Fe
La actual Crisis de Fe es una fuerte sacudida del Espíritu Santo para que quede en evidencia qué no es y qué sí es ser cristiano… y no tiene que ver nada con estructuras, convencionalismos, devociones, costumbres o apelativos de cristiandad. El mismo Señor lo decía: “busca el Reino de Dios y su justicia… lo demás se te dará por añadidura”. La opción cristiana es la opción por Jesucristo. No es otro el camino de salvación para el género humano ni el motor dinamizador de la renovación de la Iglesia y su unidad visible. Cuestión de hacer caso a Jesucristo y no a nuestros lastres. La de María fue una expresión profética: “hágase en mi según tu Palabra”.
Por el Rvdo. JUAN JOSÉ LLAMEDO GONZÁLEZ
Sacerdote Católico de la Archidiócesis de Valencia (España).