El Sagrario de Cristo
El Sagrario es la parte más importante de la Iglesia.

Se dice que Dios está en todas las partes. Cierto es, no hay duda de eso.
Pero su cuerpo está en el Sagrario. De hecho nosotros somos el Sagrario de Cristo al comulgar con su cuerpo y ver su sangre .
Ese trocito de pan ácimo y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Muchas veces comulgamos (yo la primera) sin darnos cuenta de la importancia de tal hecho tan increíble. Vamos deprisa (yo tengo que tocar) y realmente no me doy cuenta de tal hecho.
Eso sí, cuando estoy en la cama, cansada como una burra (esto de no comer más que queso de Burgos y cremitas no ayuda a tener mucha fuerza), pues pienso en el sagrario.
Yo comulgo espiritualmente todos los días. Es decir: todos los días pienso que el Señor entra en mi y le doy las gracias por tal hecho.
Tengo en mi mente un sagrario y se lo doy todo a Él.
Nosotros todos, tenemos que ser sagrario, recipientes en el que Dios deposita su amor, su ternura, su cariño y todo su ser.
Es en la enfermedad cuando me estoy dando cuenta de esto. Del inmenso amor que Dios me tiene. Mi corazón estalla de amor cuando noto a Dios. Es algo que la gente no sabe porque tiene la cabeza en doscientos sitios. Como yo no tengo nada que hacer (me encuentro muy débil) pues me rezo unos cuantos rosarios, pienso en Dios, le pido disculpas por mis debilidades (que son muchas), por mis pecados (mejor no mentarlos. Y comulgo con Él Es la comunión más íntima entre Dios y su ínfima criatura.
Cuando comulgo no oigo coches, ni vecinos ni nada. Ya no lloro, ya no padezco, ya estoy en paz. Es lo que más quiero. Estar tranquila, libre de pecado y llena de luz.
Eso es lo que hacen los contemplativos: rezar por nosotros. Y yo lo noto. Esa sensación de que a alguien le importo, de que no soy una pieza más en el ajedrez de esta vida.
El sagrario, donde voy siempre que puedo. Aquí se llama El Santísimo. Da igual el nombre, el caso es que es el sagrario, donde uno está a gusto, tranquilo y en paz.
Yo cuando no puedo dormir, me rezo unos cuantos rosarios, pienso en mis pecados, en mis faltas, en mis dimisiones y pido perdón.
No tengo palabras para explicarlo, pero es así. YO creo en Ti Señor, Creo que eres Dios de vida y no de muerte
Creo que estás en el sagrario, esperando que alguien te visite
Yo te visito todos los días. Cuando me ponga bien, lo haré realmente. Pero de momento me conformo con amarte profundamente y seguiré amándote toda la vida.
Doy las gracias por hacerte hombre, por venir a Salvarnos, por transformarte en un trocito de pan para que nosotros estemos contigo.
Yo no soy teóloga ni nada, Eso se lo dejo a Miguel Dongil, doctor en muchas cosas y muy sabio.
Yo soy solamente una ovejita en el rebaño de Dios y no sé expresarme tan doctamente como este amigo.
Es lo que hay.
Pocas entiendo, pero sí estoy segura de que lucharé contra la depresión, pensaré en Dios siempre, siempre le tendré en mi corazón. Yo quiero ser su Sagrario.
Amén.
M. CARMEN HERRANZ GIMENO
Catequista en Valencia de la Iglesia Católica.