Martín Lutero y la Iglesia Ortodoxa
La Reforma Protestante sacudió a Europa y cambió la dinámica del cristianismo occidental para siempre. Sin embargo, no pasaría mucho tiempo para que los vientos de la Reforma llegaran al Oriente Cristiano.
En 1559, el diácono griego Dimitrios Misos llegó a Wittenberg, quien, en nombre del patriarca Josapha II de Constantinopla, iba a informarse sobre el nuevo movimiento religioso en Occidente.
Melanchthon mantuvo largos diálogos con él y finalmente le dio una traducción de la Confesión de Augsburgo, junto con una carta en griego clásico, dirigida al Patriarca. Sin embargo, el Patriarca no respondió.
Un segundo contacto ocurrió durante el Patriarcado de Jeremías II de Constantinopla. El 24 de mayo de 1575, los teólogos luteranos Jakob Andreae y Martin Crusius enviaron de nuevo una versión clásica griega de la Confesión de Augsburgo. Con esto comenzó un intercambio de tratados y memorandos teológicos durante muchos años.
En su respuesta final, escrita en 21 capítulos, traducida y editada muchas veces en Occidente desde 1582, Jeremías II concluyó que, en los puntos cruciales, la doctrina luterana y la ortodoxia eran incompatibles. Esta respuesta decepcionó a Andreae y Crusius, quienes juzgaron, al igual que Lutero, encontrar en la Iglesia Oriental un cristianismo más inclinado al pensamiento protestante. Sin embargo, comprobaron que en la doctrina y la vida religiosa, los ortodoxos no son mejores que los romanos.
En la foto, una pintura del Patriarca Jeremías II de Constantinopla producida en 1588 y conservada en el Museo de la Universidad Jaguelónica de Cracovia, Polonia.
Fuente: Página Orientalidades
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